La denuncia se inició cuando dos niñas, de 9 y 11 años de edad, comenzaron a sufrir convulsiones y espasmos. Entre sollozos afirmaron haber sido embrujadas por mujeres de la localidad que de noche creaban dobles de sí mismas.
El juez local les creyó y así se inició una investigación que sumió a la ciudad en un clima de histeria colectiva, surgiendo cada día más niñas embrujadas y nuevos implicados, hasta alcanzar el sorprendente número de 141 acusados.
Más de 150 personas fueron detenidas y encarceladas, solo con acusaciones, sin embargo no llegaron a ser formalmente procesadas por el tribunal del condado. Al menos cinco de los acusados fallecieron en prisión, y las veintiséis personas que fueron a juicio fueron condenadas ante este tribunal.
Un rasgo particular de estos juicios fue que las denuncias de alucinaciones y contactos demoníacos surgieron entre un grupo de mujeres de la comunidad de Salem, pero nunca se realizaron procedimientos serios para obtener pruebas de tales prácticas, sino que casi todas las acusaciones se basaban en rumores.
Los propios jueces se dejaron llevar por la histeria religiosa de la comunidad de Salem, formada mayormente por puritanos, que exigía frenéticamente condenas a las presuntas brujas.
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