martes, 3 de octubre de 2017

EL FANTASMA DEL PALACIO LINARES

Si existe un edificio misterioso con una leyenda famosa en Madrid, es sin duda El Palacio de Linares. La actual Casa de América, aparece siempre en los primeros puestos de los rankings de los lugares más terroríficos de la capital y durante algún tiempo fue portada en todos los informativos. Muchos ya conocéis la historia, pero ya sabéis la afición que tenemos en The Rombo Code a las leyendas del Madrid antiguo y no podemos resistir la tentación de recordarla.
Los inicios de la leyenda En la plaza de Cibeles, en la esquina de la calle Alcalá con el Paseo de Recoletos, se alza un bello palacio, que actualmente es la sede de la Casa de América. Fue mandado construir por José de Murga y Reolid, primer marqués de Linares y vizconde de Llanteno en 1877. Antes de saltar a la fama por sus “fantasmagóricos habitantes” el edificio permaneció muchos años abandonado, con su fachada oscurecida y el jardín lleno de plantas muertas. Vamos, que era la típica casa embrujada. Pero en 1990, la Administración lo compra para instalar la sede de la Casa de América. Durante los trabajos de reforma y acondicionamiento empiezan a surgir los primeros rumores de fenómenos extraños, guardias de seguridad que huyen despavoridos.
Las famosas psicofonías Ante los rumores y noticias de fenómenos paranormales en el Palacio de Linares, varios parapsicólogos deciden acudir en mayo de 1990 para investigar in situ. El resultado es la publicación de unas psicofonías en las que se escuchaban varias frases que ponían los pelos de punta: “Yo tuve una hija”, “Nunca oí decir mamá”… Con el tiempo se supo que eran falsas, pero al menos dieron pie para conocer la truculenta historia de los habitantes del palacio.
La historia: José de Murga, comunicó cierto día a su padre que se había enamorado y pensaba casarse. La afortunada era Raimunda Osorio, hija de una cigarrera de Lavapiés, algo que a él no le importaba en absoluto. El padre palideció ante el relato de su hijo, algo que el enamorado José achacó a la poca gracia que le hacía el origen humilde de su prometida.
Pasados unos días, el padre pidió a José de Murga que se trasladara a Londres para esperar instrucciones sobre un encargo de extrema importancia. También se cuenta que lo mandó a estudiar. Sea como fuera, José viajó a Londres, donde, pasado un tiempo le llegó la noticia de la muerte de su padre. Inmediatamente volvió a Madrid, para hacerse cargo de negocios, bienes y títulos, y de paso contraer matrimonio con su adorada Raimunda.
Un día ordenando papeles, encontró una carta de su padre dirigida a él, donde su padre le explicaba que no podía casarse con Raimunda, ya que era hija ilegítima suya. Vamos, que al padre le daba igual el origen humilde de la muchacha ya que estaba más preocupado por el incesto que su hijo iba a cometer al casarse con su propia (y desconocida) hermana. Ahora el que se quedó pálido fue José de Murga.
La solución a esta situación tan tensa llegó en forma de dispensa papal “Casti convivere”. Los marqueses pidieron permiso a la Iglesia para seguir viviendo bajo el mismo techo, algo que la iglesia aceptó “siempre que no hubiera vida marital”. Y parece que no hicieron mucho caso al Santo Padre, o que la naturaleza es débil porque la marquesa, según cuenta la leyenda, dio a luz a una niña. Para ocultar la vergüenza, se cuenta que la asesinaron y la enterraron en el mismo palacio. La marquesa murió al poco tiempo de pena y el marqués se acabó suicidando.
Y estas tres almas en pena puede que sean las que vagan por el Palacio de Linares. Y aunque las psicofonías resultaron ser falsas y no hay constancia de la dispensa papal, hay quien asegura haber visto una niña asomada en una de las ventanas de palacio o paseando por los salones llorando y cantando.

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