martes, 3 de octubre de 2017

LA DESAPARICIÓN DE MADELEINE McCANN

"Diez años, no hay forma de decirlo, de describirlo, de aceptarlo. Recuerdo que cuando Madeleine acababa de desaparecer nunca pensé que fueran a pasar años. Shawn Hornbeck estuvo secuestrado durante casi cuatro años, Natascha Kampusch, cerca de ocho años. No podíamos llegar a tanto. Y ahora estamos aquí... Madeleine, nuestra Madeleine, diez años..." Así comienza la carta que la semana pasada Gerry y Kate McCann publicaron por el décimo aniversario de la desaparición de su hija, Madeleine.

El 3 de mayo de 2007 la familia McCann se encontraba de vacaciones en el Algarve portugués, exactamente en el resort Mark Warner de Praia da Luz. Aquella noche, la peor noche en la vida de Gerry y Kate, decidieron acostar a sus tres hijos (Maddie y los dos mellizos) y marcharse a cenar con unos amigos. Los niños se quedaron sin ninguna supervisión, dormidos, mientras sus padres cenaban en un bar de tapas. A las 21.30 Kate acude a la habitación para comprobar que los niños estaban bien, pero la cama de Madeleine estaba vacía. Comenzaba la pesadilla de los McCann.


A las 22.00 de la noche se comunica a la Policía la desaparición de la pequeña. Hasta altas de la madrugada, agentes, personal del resort, amigos, los padresbuscaron sin éxito a Maddie por todo el complejo. No había rastro de la niña. La frontera con España se selló, así como todos los aeropuertos de ambos países. La búsqueda de la pequeña Maddie, de tan sólo cuatro años, empezaba. Una búsqueda que hoy cumple una década.

Todo se complicó. Las declaraciones de los padres eran tan contradictoriasque junto a los rastros de sangre en la habitación y en el coche alquilado por la familia y los sedantes hallados en cabellos de la niña llevaron a que la Policía portuguesa declarara oficialmente 'argüidos' (presuntos implicados) a los padres de la niña.


Se analizaron decenas de escenarios, miles de fotografías en busca de algún sospechoso que estuviera fichado, se apuntó a Robert Murat, hijo de Jennifer Murat, ciudadana británica que vivía muy cerca del resort donde desapareció la niña. Fue declarado argüido también. Se registró sus coches, la construcción de la casa en la que vivía con su madre, sus ordenadores, sus móviles... Nada que sustentara su arresto. Todas las pistas conducían al mismo camino, a ninguna parte.

Mientras tanto los padres de la pequeña regresaban a Londres pese a ser sospechosos oficiales, provocando un enfrentamiento de competencias entre ambos países. La Policía británica investigaba por su cuenta con otros sospechosos y otros indicios en su mira. La Policía portuguesa hacía lo mismo con los McCann en el objetivo.

Aparecía entonces el nombre de Sergey Malinka, un ruso de 22 años con el que Murat había intercambiado llamadas en las que se trataba la desaparición de Maddie. Nada concluyente.

Los días fueron pasando y los palos de ciego en torno al caso eran la constante. La Policía portuguesa divulgaba información sobre un sospechoso de origen caucásico, de 1,70 metros de altura, que había sido visto por otros clientes del resort y quecoincidía con la descripción del sospechoso de la desaparición en España de Sara Morales en Andalucía y Yéremi Vargas en las Islas Canarias. Tampoco llevó a ningún lado.


Los sospechosos iban y venían, las investigaciones parecían detenerse en el tiempo, no había nuevas pistas y las que había no llevaban a ningún sitio. Hasta el 13 de junio cuando pareció que el caso podía resolverse. El diario holandés 'De Telegraaf' recibía un mensaje con los mapas que indicaban con exactitud donde podría encontrarse el cuerpo de la niña. Los mapas señalaban una ladera cerca de Arao, a 14 kilómetros de Praia da Luz. Otra pista falsa, otro dato erróneo, otro camino sin destino.

La Valeta, Bélgica, España, Marruecos, Chile, Venezuela...Los avistamientos de la pequeña se multiplicaban complicando la labor de la Policía. Madeleine seguía sin aparecer y las pistas seguían sin llevar a algún lugar por muy pequeño que fuera.

En 2011 Scotland Yard reabrió el caso y dedicó 30 detectives y millones de libras a seguir investigando el caso.

Los últimos datos, de hecho, provienen del comisario que estuvo al frente de la investigación desde el principio y que fue retirado del caso por declarar a la prensa lusa que Maddie había sido asesinada y que los padres de la niña y la Policía británica lo habían ocultado.

Gonçalo Amaralescribió un libro en el que acusaba directamente a los padres. Afirmaba que Gerry y Kate la habían matado y se habían deshecho del cuerpo. El libro levantó muchas heridas entre los investigadores. La semana pasada Amaral volvía a la carga con su teoría. En una entrevista a la televisión lusa ha insistido en que los padres quemaron el cuerpo de la pequeña en una iglesia cercana al resort.

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