martes, 3 de octubre de 2017

DAVID BERKOWITZ: EL ASESINO DEL CALIBRE

Cometía sus crímenes disparando a sus víctimas con un revólver Charter Arms Bulldog,2​ causándoles la muerte a seis de ellas.
Poco después de su arresto en agosto de 1977, Berkowitz confesó haber asesinado a seis personas y haber herido a otras siete en 8 tiroteos en Nueva York entre 1976 y 1977, siendo encarcelado posteriormente en 1977. Además, declaró que un demonio que había poseído al perro de su vecino le ordenó cometer los asesinatos.
Berkowitz cambió luego su declaración y afirmó que fue el autor solamente de dos tiroteos, en los que asesinó personalmente a tres personas e hirió a una cuarta. Las otras víctimas fueron asesinadas, según Berkowitz, por miembros de una violenta secta satánica de la cual él era miembro. Aún cuando permanece como la única persona culpada o procesada por los tiroteos, algunas autoridades discuten que la declaración de Berkowitz es creíble: de acuerdo con John Hockenberry3​ antiguamente de MSNBC y NPR, muchos oficiales involucrados en el caso original del "Hijo de Sam" sospecharon que más de una persona cometió los homicidios. Hockenberry también informó que el caso fue reabierto en 1996 y que aún no ha sido cerrado.



Sus primeras víctimas las ejecutó el 29 de julio de 1976. Se trataba de dos chicas que se encontraban charlando en un coche. Danna Lauria, de 18 años, murió a causa de varios disparos a quemarropa y Jody Valenti resultó herida. Sam estuvo cazando mujeres por las calles con su Magnum durante un año.
Según sus declaraciones, David, hombre tímido sin éxito con las mujeres y sin trabajo, esperaba una señal y oía voces demoníacas que le ordenaban matar. Mataba a las mujeres para hacerles pagar las frustraciones que le habían hecho acumular.
El 17 de abril disparó y asesinó a los novios Valentina Surani y Alexandre Esau. En ese asesinato se produjo un cambio en su padrón de conducta: dejó una carta en la que aseguraba que mataba apara mantener joven a su padre, y que contenía frases tan preocupantes como éstas: “soy un monstruo. Soy el hijo de Sam. Soy un pequeño demonio (…) Adoro la caza. Merodeo las calles para ver si encuentro animales de caza, carne sabrosa. Las mujeres de Queens son las más hermosas de todas. Debe ser por el agua de beben. Vivo para la cacería, mi vida. Sangre para Papá”. También envió una carta a un cronista del “New York Daily News” en la que le agradecía el interés por sus crímenes y le aseguraba que no dejaría de matar hasta que saciara su sed de sangre.



Durante el juicio declaró que oía la voz de un demonio de 6000 años de antigüedad reencarnado en Sam, el perro labrador de su vecino. Una vez sentenciado, ofreció una rueda de prensa en la que declaró que las voces que decía escuchar no existían, que todo había sido un engaño. El 12 de junio de 1978 fue sentenciado a seis cadenas perpetuas en prisión por seis víctimas y otras siete personas heridas durante su año del terror en los distritos del Bronx y Queens de Nueva York.

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