martes, 3 de octubre de 2017

AOKIGAHARA, EL BOSQUE DE LOS SUICIDIOS

El origen de la leyenda arranca en algún momento de la antigüedad. El Aokigahara se encuentra en la ladera noroeste del monte Fuji, considerado sagrado desde hace milenios. Los nipones consideraban el monte una entrada a los cielos, como si se tratase del ombligo del cuerpo humano que sería el centro de la Tierra. El bosque se formó bastante después, sobre la lava expulsada por el Fuji entre los años 800 y 1083, en unos 35 kilómetros cuadrados. Muchos consideraban que se trataba de un purgatorio para yureis y yokais, los fantasmas de los que perdieron la vida de manera trágica y que, supuestamente, evitan que los que se adentran en el bosque salgan.

Espíritus malignos y pobres suicidas

Como cuentan los visitantes, hay un ambiente casi sobrenatural en el bosque Aokigahara. Su fauna y flora contribuyen al efecto de extrañamiento que experimentan sus visitantes. Apenas hay ruidos en él, debido, sobre todo, a la escasez de animales. Además, la vegetación es tan tupida que impide que el viento sople, lo que contribuye a una peculiar sensación de quietud. Orográficamente, resulta bastante llamativo: además de un gran lago, hay grandes cuevas heladas. Además, no es tan extraño que el viajero perdido se tope con restos humanos en el bosque, y hay algunas páginas web donde pueden verse escalofriantes ejemplos. Debido a los yacimientos de hierro magnético que hay bajo el bosque, es común que las brújulas dejen de funcionar.


Mitología aparte, el Aokigahara comenzó a granjearse su fama durante el siglo XIX, cuando las hambrunas provocaron que muchos padres abandonasen a niños y ancianos en el bosque. No obstante, la fascinación moderna por el bosque se remonta a 1960, cuando Seicho Matsumoto publicó una de sus novelas más célebres, 'Nami no Tou', en la que sus protagonistas acababan con sus vidas en el bosque, cualRomeo y Julieta japoneses. Sin pretenderlo, generó un efecto llamadaque provocó que muchas personas se desplazasen hasta el bosque para acabar son sus vidas, aunque ya hacía tiempo que Aokigahara se había convertido en el lugar preferido por los suicidas. Suele citarse la cifra de 500 para hablar del número de cadáveres que se han encontrado en el bosque, aunque su amplitud y frondosidad puede ocultar muchos más. En algunas zonas, es tan tupido que resulta imposible ver incluso a mediodía.

Otros datos, no obstante, son mucho mayores. La media aproximada de sucidios hasta 1988 era de 30 al año, pero en 2002 la cifra había aumentado hasta los 78 y, en 2003, hasta 100. Según un reportaje publicado en 'The Japan Times', en el año 2012 más de 200 personas habían intentado acabar con sus vidas entre la vegetación, de los cuales 54 habían tenido éxito. La mayoría de ellos, a través de una sobredosis de drogas. Desde entonces, el gobierno ha dejado de ofrecer números para evitar la imitación. No hay que olvidar que Japón es uno de los países donde más suicidios se producen: en 2013, aproximadamente, 27.300.

El reportero de 'The Japan Times' fue uno de los “privilegiados” que se encontraron con un cadáver durante su paseo por el bosque, después de oír un grito. “En un pequeño agujero, debajo de un árbol, y acurrucado como un niño en un lecho de hojas, yace un hombre, su pelo gris en receso apelmazado en su cráneo”, describía. “Su pálido torso no está cubierto por una camisa, mientras que sus piernas están tapadas únicamente por unos pantalones negros”. A su alrededor, explica, una maleta y un montón de papeles, así como pastillas, latas de cerveza y otras bebidas alcohólicas. “Al parecer, este hombre de cincuenta y tantos había expirado su último aliento mucho antes de que escuchase ese estremecedor grito sin origen”.

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