Hay varias versiones y teorías circulando por Internet sobre el final de esta mítica y tierna serie japonesa de dibujos animados. La realidad es que estas leyendas urbanas (o mejor dicho, "leyendas interneteras") se nutren todas del hecho de que no existe un capítulo final oficial de Doraemon.
Eso es lo más importante. Si no quereis leeros el resto del artículo, quedaos sólo con eso: No existe un final para la serie de Doraemon. Esto es así porque uno de los 2 creadores de Doraemon murió antes de que decidiesen un final para la serie, con lo que las personas involucradas en el serie decidieron no darle nunca un final a Doraemon. Seguir desarrollando capítulos y más capítulos sin hacer nunca un capítulo final.
Esa es la parte fácil. Al menos, la serie de televisión no tiene capítulo final, pero al principio, en los comienzos de los cómics (los mangas originales), se llegaron a editar hasta 3 números finales:
En el número de marzo de 1971 de la revista Shogaku 4-nensei(*) se publicó un primer final de Doraemon en el que el gato explicaba que los viajeros del futuro como él estaban causando muchos problemas, ya que estaban modificando el tiempo y todo eso, así que los viajes en el tiempo estaban siendo eliminados, por lo que él debía volver al futuro. Doraemon se despide de Nobita y vuelve al futuro.
(*) esto se traduciría a algo así como "estudiantes de 4º curso de enseñanza primaria"
En el número de marzo de 1972 de la revista Shogaku 4-nensei (sí, la misma de antes, era la revista en la que se publicaban las aventuras de Doraemon), Doraemon tiene que volver al futuro, pero sabe que Nobita no le dejará ir. Así que se inventa que tiene un problema mecánico y que tiene que volver al futuro para repararlo, de este modo Nobita lo dejará marchar. Nobita pica el anzuelo y le promete que esperará por él hasta que esté bien. Doraemon comprende que Nobita está ya preparado para separarse de él definitivamente, así que le cuenta la verdad (además, que eso de mentir está muy feo en un gato cósmico) y Nobita lo comprende y lo acepta. Así Doraemon vuelve al futuro y se separa para siempre de Nobita.
Estos 2 finales se crearon porque en cierta forma se entendía que los niños iban creciendo, y que no podían dejar a sus personajes más queridos atrás sin darles un final adecuado.
El tercer final apareció al año siguiente en la misma revista (marzo de 1973). Se supone que este capítulo final planeado por los creadores de Nobita y Doraemon estaba pensado para ser el final de la serie de TV, ya que por entonces sus creadores estaban demasiado ocupados con otras creaciones y los ratings televisivos tampoco eran excesivamente buenos. Sin embargo, finalmente Doraemon volvió en el siguiente número de la revista. En este último episodio, Nobita regresa a casa llorando como siempre porque Gigante le ha pegado. Doraemon le explica que tiene que volver al futuro. Nobita intenta que Doraemon se quede a su lado, pero tras hablarlo con el gato y con sus padres, por fin deja a un lado sus caprichos y acepta la marcha de su amigo. Ambos dan un último paseo por el parque. En un momento dado, Nobita está sólo y se vuelve a encontrar con Gigante. Se vuelve a pelear con él, pero Nobita esta vez no se achanta fácilmente, lucha y lucha contra gigante, porque sabe que es lo que Doraemon querría que hiciese. Finalmente, Gigante le deja ganar la pelea pero Nobita queda hecho una piltrafa. Doraemon lo recoge y lo lleva a casa. Una vez en casa, Nobita duerme tranquilamente cuando Doraemon, tras pensárselo un poco, vuelve al futuro y lo deja descansar tranquilamente.
Y ahora pasemos a hablar de las leyendas urbanas que han aparecido al respecto del capítulo final de Doraemon:
Versión: "Doraemon es un sueño de Nobita" (la leyenda urbana sobre Doraemon más obvia de todas)
Importante: Esta versión es una leyenda urbana. Con esto me refiero a que es mentira. Es sólo un rumor que se ha extendido y que no es cierto. Nunca ha existido un capítulo así.
Esta versión es muy sencilla de explicar: En el último episodio se nos muestra a Nobita tal y como es en realidad: un niño con cáncer [en otras versiones tiene leucemia, autismo, sida, está en silla de ruedas o en coma] que se despierta de un sueño [o despierta del coma]. Ese sueño son todos los capítulos que hemos visto hasta ahora, sus aventuras con Doraemon, sus amigos, Shizuka, todo era un sueño de un pobre niño sin amigos.
Versión: "A Doraemon se le acaban las pilas" (otra muy extendida. Texto sacado de los foros de tepasmas.com, escrito por BadZombie)
Importante: Esta versión es una leyenda urbana. Con esto me refiero a que es mentira. Es sólo un rumor que se ha extendido y que no es cierto. Nunca ha existido un capítulo así.
Un ratón roba (o estropea) la batería que alimenta a Doraemon mientras Nobita está en la escuela. Como en otros episodios, Nobita tiene algún problema en la escuela y corre a pedirle ayuda a Doraemon, pero se encuentra con que el gato cósmico está apagado y sin posibilidad de hacerlo revivir :-(
Nobita queda perplejo y llora como un descosido, hasta que por fin se da cuenta de que hay un artilugio dejado por el gato con el que puede viajar en el tiempo al futuro. En el futuro le dicen que si le pone una pila nueva a Doraemon, el gato perdería toda su memoria, que no recordaría nada de sus aventuras, de lo vivido al lado de Nobita y companía. Nobita se negó a esta posibilidad. Decidió que descubriría una manera de arreglar a Doraemon sin tener que matar su alma.
Así, Nobita empezó a estudiar, a esforzarse, a hacer los deberes. Le dijo a todos que Doraemon había regresado al futuro, pero realmente lo mantenía guardado en su armario a la espera de encontrarle una cura.
Nobita estudiaba mucho, salió del colegio, salió de la universidad y terminó como máximo responsable de una companía de Inteligencia Artificial. Se casó con Shizuka y todo le iba muy bien... Pero todavía no hallaba la cura para su amigo :-(
Treinta años después de salir de la universidad, Nobita inventó un chip que almacenaría los datos de la memoria de su amigo cósmico sin peligro durante el cambio de batería [hay otras versiones que dicen que lo que inventa es un nuevo tipo de batería]. Nobita "operó" a Doraemon, y en el instante crucial... Doraemon abrió los ojos... Pero no decía nada. Sólo miraba... Nobita lloraba porque creía que todo había sido en vano... pero, por fin, Doraemon le sonríe, le toma de las manos y le dice: "Nobita, he esperando este momento durante mucho tiempo... Felicidades"
Así, con Nobita transformado de un cero a la izquierda a un gran científico felizmente casado gracias a el empeño en salvar su amigo de la infancia, termina esta serie. Doraemon vive junto a Nobita y su familia por el resto de sus vidas, y todos son muy felices y comen perdices.
[Hay otras versiones que apuntan a que Nobita, tras arreglar a Doraemon, lo vuelve a enviar al pasado, a encontrarse con el Nobita niño. Cosa completamente absurda y que va en contra del punto de partida de la serie <--- ya que la serie comienza cuando Doraemon es enviado desde el año 2112 al pasado por un tatara-tatara-tatara-tatara-nieto de Nobita]
Slender Man (Hombre Delgado, en español) es un ser masculino, posee un cuerpo con brazos y piernas muy delgados y largos. También parece tener de 4 a 8 tentáculos largos y negros que sobresalen de su espalda. Sus brazos se pueden estirar o acortar a su voluntad.
Se le describe como un hombre delgado, vestido siempre con traje. Una vez que sus brazos están extendidos, sus víctimas entran en una especie de estado hipnótico, en que son absolutamente incapaces de pararse o de caminar.
Es capaz de usar sus tentáculos para transportarse, los que puede estirar indefinidamente. Absorbe, mata, o simplemente lleva a sus víctimas a un lugar o dimensión desconocida. Nunca se localizan cuerpos ni pruebas al respecto para deducir una conclusión definitiva. Se ignora cómo asesina a sus víctimas.
Su cara es pálida, prácticamente parece que se ha envuelto en una especie de gasa o un paño. No posee rasgos faciales. También puede ser visto usando una corbata o un pañuelo largo de color rojo o gris. Tiene manos igualmente blancas, como si llevara guantes de enfermero. Su traje es de color negro. Lleva zapatos.
ORIGEN
Según las fuentes más conocidas de Internet, fue concebido el 8 de Junio del año 2009 de mano de Víctor Surge en los foros de SomethingAwful.com en un concurso de Photoshop, identificado como una criatura que acosa a los niños. A propósito de esto, en un foro inició un tema relacionado con Slenderman: un usuario publicó unos dibujos antiguos que el creador del personaje seguramente había manipulado digitalmente, como, por ejemplo, las imágenes trucadas de "La Danza Macabra", en las que se podía apreciar claramente figuras parecidas en muchos aspectos a Slenderman, estirando sus brazos y cuerpo en límites extraordinarios.
Es curioso como a veces algunas historias o noticias, aunque sean aparentemente normales dentro de determinados parámetros, pueden provocar en nuestro interior una sensación de enorme desasosiego e inquietud. Cuando una de estas historias aparece ante cualquiera de los estamos ávidos de conocimiento, una alarma salta en nuestro cerebro para indicarnos que tras esos hechos hay algo más, mucho más. Esta especie de flash intuitivo le sucedió a este que os escribe hace casi exactamente un año.
Todo empezó el 19 de febrero de 2013, un trabajador de mantenimiento descubrió un cadáver en descomposición en el fondo del tanque de agua potable del Hotel Cecil en el Este de Los Ángeles después de atender las quejas de los clientes sobre un sabor desagradable en el agua. El cadáver era de una joven turista canadiense de 21 años identificada como Elisa Lam, quien llevaba desaparecida 19 días en los cuales los huéspedes del hotel se habían bañado, cepillado los dientes y bebido el agua. En principio los detectives de homicidios trataron el caso como un macabro asesinato, a no ser de las misteriosas y espeluznantes escenas que pudieron ser grabadas desde las cámaras de seguridad del ascensor.
La primera impresión después de ver el vídeo es que Elisa se está escondiendo de alguien. Pero esta explicación, que es aparentemente la más obvia, es contradecida después de ver el resto del vídeo, en el que el comportamiento de la joven se vuelve cada vez más extraña. Extraños gestos, movimientos erráticos, esperando fuera del ascensor como si hubiese algo que las cámaras no pueden capturar, ninguno de ellos parece en consonancia con el terror petrificado que uno experimentaría si estuviese siendo perseguido por alguien físico.
A simple vista cualquier persona afirmaría que Elisa tenía algún tipo de trastorno o incluso que había tomado algún tipo de droga, pero ella no tenía ningún trastorno psicológico y el informe de toxicología dictaminó que no había consumido ningún tipo de droga, además el misterio se acentuó cuando el examen forense dictaminó que no se encontró signos visibles de violencia afirmando además que el examen no fue concluyente. Entonces, ¿qué le pasó realmente a Elisa Lam?
La muerte de Elisa Lam, ¿crimen demoníaco?
Después de observar el vídeo son muchas las personas que afirman que la joven Elisa fue víctima de un ataque demoníaco. Muchos expertos en lo paranormal afirman que su conducta cambia radicalmente desde el minuto 1:00 al minuto 1:10, donde se puede observar como ella sale del ascensor con las manos entrelazadas a la altura del vientre, postura que mantiene desde el principio, para dar paso a una caída de los brazos como si algo se hubiese introducido en su interior seguido de un comportamiento estremecedor y extraño. Además, otro de los puntos a tener en cuenta y que no se ha dado ningún tipo de explicación es que ella después de pulsar varios botones el ascensor no funciona quedándose en ese mismo piso, parece ser que no se cierra con normalidad. Y cuando ella definitivamente sale se abren y se cierran dos veces la puerta del ascensor.
Se desconoce como supuestamente Elisa accedió a la azotea, ya que según las normas de incendios de Los Ángeles y el Departamento de Bomberos de Los Ángeles es ilegal cerrar las puertas en la azotea de un edificio de gran altura, pero existía una alarma de seguridad en la puerta para acceder a la azotea necesitando una llave especial para apagarla. Para entrar en la zona donde están los tanques de agua el sistema de alarma habría sonado continuamente hasta su apagado, y esa noche la alarma no sonó.
Los medios de comunicación confirmaron que un estudiante de Shanghái predijo correctamente la ubicación del cuerpo de Elisa Lam. El estudiante dijo que su cuerpo se encontraba en los depósitos de agua del hotel mediante las redes sociales, pero no le hicieron caso. Pero después de que apareciera el cuerpo de Elisa, los medios de comunicación confirmaron su predicción. Otra curiosidad fue el caso de Bernard Diaz, de 89 años, que ha vivido en el Hotel Cecil durante 32 años, quien afirmó que escuchó un golpe muy fuerte en el piso de arriba la noche que Lam desapareció. También dijo que su piso experimento misteriosas inundaciones esa noche.
“Cuando comuniqué lo sucedido me dijeron que no había ninguna obstrucción en las tuberías entre la tercera y cuarta planta”, dijo el Sr. Díaz a los medios de comunicación.
Este no es el primer hallazgo macabro en el Hotel Cecil, un hotel con una historia oscura que fue el hogar de dos asesinos en serie muy conocidos, el legendario Richard Ramirez y Jack Unterweger. El hotel, fue construido en la década de 1920, en 1985 Ramírez pagó 14$ por una noche para quedarse en el piso 14, donde mató a 14 personas. Seis años más tarde, Unterweger asesinó a varias prostitutas mientras vivía en el Hotel Cecil. Pero el Hotel Cecil también fue el escenario de un suicidio en 1962, Pauline Otten de 27 años de edad y que saltó por la ventana cayendo sobre un peatón, matando a ambos. Dos años después, Goldie Osgood fue encontrada violada y estrangulada en su habitación del Hotel Cecil. Elizabeth Short, también conocido como La Dalia Negra, quien curiosamente patrocinó el hotel poco antes de ser encontrada mutilada y descuartizada en 1947.
Las personas que han visitado ese hotel afirman haber sido testigos de extraños fenómenos, como por ejemplo la experiencia de un turista: “Quería pasar varias noches en el Hotel Cecil. Una de las noches estaba en mi habitación, y desperté con la sensación de que estaba siendo estrangulado. Estaba bañado en un sudor frío y no podía moverme ni pedir ayuda. Literalmente pensé que iba a morir en ese cuarto. Por último, ese sentimiento me dejó. Salí corriendo de la habitación y bajé a la recepción donde se encontraba la recepcionista del turno durante esa noche. Después de recuperar el aliento, le dije a la empleada lo que había sucedido. La recepcionista me dijo que en realidad alguien había sido asesinado en esa habitación. No dormí ninguna noche más en esa habitación.”
La extraña muerte de Elisa Lam está llena de controversias y de misterios. Escenas macabras y espeluznantes sin poder comprender lo que realmente le pasó. Muchas personas afirman que lo sucedido va más allá de lo racional y que la joven Elisa sufrió una autentica posesión demoníaca. Pero controversias a parte, este es otro escabroso caso para la historia del Hotel Cecil.
Este legendario asesino acecha a sus víctimas durante la noche. Primero la persona despierta, incómoda al sentir que alguien la observa. Entonces, ve en la oscuridad una cara pálida, con los ojos sin párpados, rodeados de un borde negro, y con una sonrisa escalofriante, de psicópata. “Shhhh, ve a dormir”, es lo último que Jeff dice, antes de hacerte dormir para siempre…
En Youtube se puede encontrar muchos vídeos donde narran su supuesta historia: que el hombre de la imagen se llamaba Jeff, que le hicieron bullying en la escuela y por eso se traumó y empezó a asesinar a todo el que se mofaba de él, y que un día, mientras cargaba un contenedor con ácido, tropezó y el ácido le cayó encima, transformándolo en el espantoso ser que muchos conocen. Todo eso es mentira.
Ahora les mostraré la historia verdadera, que nadie se había tomado el trabajo de traducir decentemente al español.
Extraído de un periódico local:
Tras varias semanas de asesinatos inexplicables, el misterioso asesino todavía acecha por la zona. Después de que se dieran a conocer diversas evidencias sobre los crímenes, una valiente joven, que afirma haber sobrevivido al ataque del monstruo, ha decidido revelarnos su historia:
“Tuve una pesadilla y me desperté a medianoche. Yo había cerrado la ventana antes de dormirme, pero miré y por alguna razón estaba abierta. Entonces me levanté y la cerré de nuevo, me arropé e intenté calmarme y volver a dormir. Pero una sensación extraña me impedía conciliar el sueño, era como si alguien me estuviera observando. Casi salto de la cama cuando miré hacia arriba y vi que entre las cortinas, que apenas estaban iluminadas por la pálida luz que se filtraba de la calle, había un par de ojos.”
“Nunca podré olvidar esos ojos. A veces los veo cuando intento dormir y me despierto con el corazón agitado. Eran oscuros y siniestros, y además estaban bordeados de negro, como si fuera un demonio. Después me aterroricé aún más cuando le vi la boca. Tenía una sonrisa anormalmente larga, horrenda y perversa. Esa sonrisa hizo que me dieran escalofríos y se me erizaran todos los vellos del cuerpo. Era la sonrisa de un psicópata, o de algo peor…”
“Yo temblaba, pero él solo se quedaba ahí, mirándome fijamente y deleitándose con mi miedo. Después habló y me dijo con voz demencial: Ve a dormir.”
“No se imagina cómo lo dijo. Yo me asusté tanto que grité, y entonces él sacó un cuchillo, abrió la ventana rápidamente y saltó hacia mí. No sé por qué, pero intuía que quería clavármelo en el corazón. Por suerte pude esquivarme y alcancé a darle una patada bien fuerte, pero el tipo me sujetó y trató de tocarme. Habría muerto si no fuese porque en ese instante mi padre abrió la puerta, pero el maldito se levantó y le clavó un cuchillo en el hombro.”
“Creo que Dios estaba conmigo esa noche, porque alguien se había dado cuenta de todo antes y las luces azules y rojas de la Policía alumbraron mi pieza justo cuando ese monstruo iba a matar a mi padre. Por suerte el asesino se acobardó, lanzó a mi padre contra la pared y salió corriendo por el pasillo. Segundos después escuché un ruido de vidrio rompiéndose, y al salir de mi cuarto vi que el asesino había roto la ventana que daba a la parte posterior de mi casa. No pude evitar la curiosidad y corrí a asomarme por la ventana rota: el tipo corría y corría, agitando los brazos como un demente. Segundos después llegaron los policías y todo se calmó, pero créame que jamás olvidaré esa sonrisa psicótica y esos ojos fríos de mirada diabólica.”
Expuesto el testimonio de la valiente joven, informamos al lector que la Policía todavía continúa buscando al asesino. Si usted ve a alguien que encaja con el psicópata antes descrito, por favor comuníquelo inmediatamente al departamento de policía local.
Después de leer el fragmento de diario, ya saben qué es lo que hace Jeff, aunque todavía deben estarse preguntando por qué lo hace. Para responder esa pregunta, tendremos que viajar al pasado.
El origen de Jeff
El padre de Jeff había conseguido un ascenso en el trabajo, y gracias al nuevo sueldo decidió que la familia se mudaría a un nuevo vecindario de mejor posición. Vivirían en una de esas casas grandes y bellas que muchos sueñan o envidian, pero por lo pronto había que desempacar todo y Jeff y su hermano Liu no podían quejarse.
Mientras Jeff y Liu desempacaban todo, una vecina pasó a saludarles. “Hola, me llamo Bárbara y vivo al otro lado de la calle. Solo vine a presentarme a mí y a mi hijo.”, dijo la mujer, que inmediatamente llamó a su hijo tras ser saludada: “¡Billy, ven a conocer a nuestros nuevos vecinos!”. Tímidamente, Billy se acercó, saludó con un movimiento de mano y un “hola”, y salió corriendo a jugar en el patio de su casa.
Poco después, se abrió la puerta de la nueva casa y apareció la madre de Jeff: “Mucho gusto. Yo soy Margaret, éste es mi marido Peter y esos dos son mis hijos, Jeff y Liu.”. Bárbara respondió al saludo, Jeff y Liu se presentaron, y entonces la mujer aprovechó para invitarlos al cumpleaños de su hijo. Jeff y su hermano protestaron, pero Margaret los calló con la mirada, pidió perdón a nombre de ellos y le dijo a Bárbara que sus hijos estarían encantados de ir al cumpleaños.
“Mamá, ¿por qué nos haces ir a una fiesta infantil? Yo ya soy grande y me va a dar vergüenza estar rodeado de niños”, dijo Jeff. Su madre respondió: “Hijo, recién nos acabamos de mudar. Tenemos que agradarles a nuestros vecinos, y rechazar una invitación es un poco pesado. Tú y tu hermano irán, eso no se discute”.
Con cara de amargura, Jeff se va a su cuarto, cierra la puerta, y se tira boca arriba en la cama. Se queda mirando al techo, pero de pronto siente algo extraño. No es doloroso y sin embargo es desagradable, mas Jeff le resta importancia y lo deja pasar.
A la mañana siguiente, Jeff baja las escaleras, se sirve un plato de leche con cereal y se sienta a comer con su hermano. Todo parece normal, pero de pronto lo asalta la misma sensación extraña del día anterior, aunque esta vez más fuerte, como un tirón ligeramente doloroso. Nuevamente ignora la sensación, termina de desayunar y sale con su hermano a esperar el autobús.
En medio de la espera, oyen venir a un chico en patineta, que salta a unos pocos centímetros por encima de sus rodillas, cae cerca de ellos, Jeff exclama “¡hey!, ¡¿qué diablos?!”, el chico se levanta, los mira, patea la patineta, la agarra con ambas manos y camina hacia ellos.
Parece tener once años (un año menos que Jeff), lleva una camiseta de Aeropostal y unos jeans azules algo rasgados. “Bien, bien, bien. Parece que aquí hay algo de carne nueva”, dice el chico de la patineta a Jeff y a su hermano, con un tono de “amo del lugar” bastante irritante. Segundos después, aparecen dos chicos más, uno bien delgado y el otro enorme para su edad.
— Bueno, bueno, bueno, veo que son nuevos en el barrio y me gustaría presentarnos. Yo soy Randy, el de ahí es Keith y ese otro es Troy. Ustedes son nuevos y no lo saben, pero todos los niños de este barrio tienen que pagar un costo adicional para el pasaje, si entienden a lo que me refiero ―dice el chico inicial (el de la patineta) con tono amenazante y jactancioso.
Liu ha empezado a enfadarse, y está bien parado, con los puños arriba, preparado para romperle la cara al cretino monumental que tiene en frente. Sin embargo, de pronto uno de los otros chicos le lanza (pasándoselo) un cuchillo a Randy.
— Yo esperaba que colaboraran con nosotros, pero veo que tendremos que hacer todo a las malas. —dijo Randy, usando la mano derecha para apuntarle con el cuchillo a Liu, y la izquierda para urgarle los bolsillos y quitarle la billetera.
Mientras ve la escena, Jeff siente una mezcla de ira y temor, pero de pronto la extraña sensación lo asalta de nuevo, esta vez con mucha más fuerza: siente que su cuerpo entero arde por completo, y entonces el miedo desaparece y avanza hacia los abusivos, ignorando las advertencias de su aterrado hermano.
— Mira, punkerito estúpido, o le devuelves la billetera a mi hermano, o yo te… —le dice Jeff a Randy, temblando de ira.
Randy lo mira con arrogancia, se mete la billetera al bolsillo y le dice, burlonamente y con el cuchillo en la mano:
— ¿O tú qué, bebesito? ¿Vas a llamar a tu mamita?
Jeff arde de ira, sería capaz de morir en el intento por darle su merecido, pero Randy insiste, y le dice mientras le pasa el cuchillo en frente de la cara, como amenazándolo:
— Ooooh, el niñito quiere que le devuelvan el dinero a su hermanita. ¿Qué harás si no lo hago? ¿Me morderás?
En un instante de agudeza y pérdida de control, y justo cuando Randy termina de proferir las palabras anteriores, Jeff hace un movimiento velocísimo, le agarra la muñeca, se la rompe (Randy grita como niña asustada), le quita el cuchillo, ve que Troy y Keith intentan escapar, lanza a Randy contra el piso (haciendo que se parta la nariz al chocar contra el pavimento), alcanza a Keith, lo apuñala en el brazo, Keith grita, se saca el cuchillo y lo deja caer, cayendo al piso y retorciéndose de dolor; entretanto, Roy sigue corriendo, pero Jeff lo alcanza, le da una patada en la espalda y lo derriba, le cae a puñetazos en el estómago, le escupe en la cara, y lo sigue golpeando, hasta que Roy vomita, y entonces Jeff le revuelca la cara en el vómito y por fin lo deja.
Liu, que ha estado mirando todo con enorme asombro, se acerca a Jeff y le pregunta: “Jeff, ¿cómo?”. No dice más, está demasiado sorprendido. Por su parte, Jeff se alza de hombros, respira hondo y, justo en ese momento, él y su hermano escuchan venir al autobús, por lo que corren a toda velocidad para evitar ser culpados y detenidos. Mientras se alejan corriendo, voltean a mirar y ven al conductor del autobús, que se ha bajado y corre hacia Randy y los otros dos heridos.
Posteriormente, Jeff y Liu llegan tarde a la escuela, se inventan una excusa, se disculpan, y se sientan a escuchar la clase. Parece que están absortos en lo que dice el maestro, pero Liu no deja de recordar lo sucedido, y aunque está asombrado por el poder de su hermano, no ve lo que pasó como algo anormal, pues cree que Jeff simplemente quería protegerlo y se salió de control. Por su lado, Jeff está más asombrado que su hermano; de hecho, está asustado de sí mismo, del poder que tiene, y de esa perturbadora necesidad de lastimar a otros. Es algo que nunca antes había experimentado: esa sensación, ese sentirse un dios al tener la sangre de otro en la mano. ¿Cómo podía producirle satisfacción? ¿Es que acaso guardaba odio, ira, o era simplemente malvado?
Cualquiera que fuese la respuesta, Jeff había logrado liberarse de la extraña e incómoda sensación que lo venía torturando desde que llegó al nuevo barrio; en todo ese día la sensación no reapareció, y sus padres no supieron nada de lo sucedido.
No obstante, a la mañana siguiente y antes de que saliera del cuarto a desayunar, Jeff escuchó el timbre de la puerta. “Malditos policías”, pensó, y bajó con desánimo y amargura, encontrándose a su madre y a dos oficiales.
— Jeff, estos policías dicen que atacaste a tres niños, que los apuñaleaste y no fue una pelea normal. ¿Es cierto eso? ¿Qué pasa contigo, hijo?
— Mamá, esos niños eran pandilleros, eran unos delincuentes que intentaron robarle a mi hermano —dijo Jeff, mirando al piso.
— Hijo, eso no justifica lo que hiciste. Un chico tenía la muñeca rota y la cara ensangrentada, el otro estaba lleno de moretones y había vomitado, y uno había sido apuñalado en el brazo. Muchos testigos los vieron escapando. Llama a tu hermano. Hay que ver qué se hace, porque lo que hicieron es grave. —dijo uno de los policías.
Rápidamente, Jeff pensó que podía decir que él y su hermano habían sido atacados primero, pero no había pruebas de eso y además los vieron escapar. Era difícil la situación, y además debía admitir que su hermano no hizo nada.
— Escuchen, mi hermano es inocente. Yo hice todo solo, incluso mi hermano intentó convencerme de que no hiciera nada, pero no le hice caso y me salí de control.
Cuando los oficiales le escucharon decir eso a Jeff, se miraron entre sí con asombro. Entretanto, Liu ya había bajado, estaba atrás de su madre y había escuchado a Jeff declarar su inocencia; y sí, era inocente, pero no quería que Jeff fuese a prisión. Toda la vida había sido un gran hermano, y ahora había arriesgado su vida por él y por la justicia; entonces: ¿por qué no pagarle salvándolo de la cárcel?, ¿podría ser tan malo ir a la cárcel? Liu decidió salvar a Jeff, y camino a la cocina, mientras seguía la conversación:
— ¿Fuiste tú? Bueno, hijo, es admirable la honestidad que tienes para admitirlo, pero la ley es la ley y tendrás que ir un año a la prisión. —dijo el policía que habló antes, y que era el que hablaba de los dos oficiales.
De pronto, Liu aparece atrás, y exclama mientras sujeta un cuchillo en la mano derecha:
— ¡Esperen! ¡Fui yo, yo soy el culpable, yo hice todo!
Los oficiales se asustan, piensan que el chico puede hacer algo y le apuntan con sus armas.
— ¡No haré nada, no disparen, por favor! Jeff es inocente, yo hice todo, él solo intenta protegerme y por eso se culpa. Yo fui el que perdió el control porque me golpearon. ¡Miren, miren mis marcas por favor! —Liu se levanta la camiseta y les muestra heridas y moretones, que Jeff se pregunta cuándo, cómo y por qué se hizo…
— Hijo, baja el cuchillo —dijo el oficial que hablaba, y Liu obedeció la orden, levantó las manos y se acercó a los policías.
— ¡No, Liu, fui yo, yo lo hice! Oficiales, mi hermano quiere encubrirme pero yo hice todo —dijo Jeff, con las lágrimas rodándole por las mejillas.
— ¿Tú? No, Jeff, tú sabes que fui yo. Por favor, déjame asumir mi responsabilidad, lo necesito para estar en paz —dijo Liu, con tono de súplica y convencimiento, y mientras se entregaba a los policías, para ya no complicar más las cosas.
— ¡Liu, diles que yo hice todo, has que lo sepan! —gritó Jeff desesperado, mientras su madre le ponía las manos en los hombros.
La patrulla se aleja con Liu adentro, y Jeff llora desconsoladamente, todavía más cuando su madre intenta consolarlo diciéndole que ella sabe que fue Liu… Minutos después, llega el padre de Jeff, y se detiene al ver en la entrada a su esposa y a su hijo: la una con cara de preocupación y pesar, el otro con los ojos rojos de tanto llorar y lágrimas secas en las mejillas.
“Hijo, ¿qué tienes?, ¿por qué llorabas?”, pregunta a Jeff su padre, pero él tiene las cuerdas vocales tensas por el llanto y no responde. La madre de Jeff, haciéndole a su esposo un gesto de que adentro le explicará todo, entra con él y cierra la puerta: Jeff se queda afuera, voluntariamente.
Media hora después, Jeff abre la puerta de su casa y ve que todavía su madre y su padre siguen en la mesa, ambos con caras de tristeza y decepción. Evita mirarlos a los ojos, sube las escaleras, va a su cuarto, se tira en la cama, recuerda a su hermano, y llora de nuevo, hasta quedarse dormido…
Cuando Jeff despierta, todavía tiene todo el problema en la mente. Quiere estar mejor y no puede: hay una sensación espantosa en su corazón, es como si lo estuvieran comprimiendo, y como si tuviera veneno y una estaca clavada. Así, la semana pasa sin que Jeff sepa nada de Liu, y sin que encuentre más compañía que el remordimiento, la amargura y la tristeza.
Llegado el sábado, Jeff despertó con unos toques en el hombro: era su madre, que sonreía como si Cristo hubiera regresado al mundo…
— ¡Jeff, anímate, hoy es el día!
Jeff no pudo evitar una leve sonrisa al ver el entusiasmo de su madre, pero después recobró su desánimo:
— ¿El día? ¿Qué día?
— El cumpleaños de Billy, ¿acaso lo olvidaste?
— Pero si mi hermano está en la cárcel, ¿cómo voy a querer ir, mamá? Estoy deprimido, necesito dormir y estar solo.
— Te entiendo; pero, si te quedas, solo lograrás ponerte peor. Necesitas despejarte un poco. Allí van a haber niños felices, dulces, emparedados de atún, torta. Anda, ve y vístete.
Jeff se levanta, camina como un zombi hacia el armario, elige algo sin pensarlo, y baja al baño para vestirse y arreglarse. Abajo está su padre, leyendo el periódico con una ropa costosa y formal. Su madre ha elegido un estilo semejante y lleva uno de sus mejores vestidos. “¿Qué cojones les pasa? ¿Ropa formal para ir al cumpleaños de un niño?”, piensa Jeff para sus adentros, y se dispone a entrar al baño cuando su madre le dice:
— Hijo, ¿acaso piensas ponerte ese adefesio? ¿Qué quieres que piensen de nosotros los vecinos? Anda, ve y ponte otra cosa.
Jeff pone cara de amargura, sube, y regresa con un terno, no para contentar a sus padres, sino como un gesto de ironía, que piensa excusar como descuido si le reclaman. “Mucho mejor”, le dice su padre al verlo, y Jeff sonríe mientras se sienta con sus padres y piensa para sus adentros: “¿Mucho mejor? Ya ni ironías distinguen”. Después su madre mira el reloj, dice que es tarde y que hay que salir, y entonces todos salen.
Cuando llegan y Bárbara los recibe, Jeff ve que solo hay adultos y viejos en aquella sala, pero Bárbara le dice que los niños están en el patio, y lo invita a conocerlos y a jugar con ellos: Jeff va, pero solo por educación.
Al salir, Jeff ve un montón de niños corriendo de un lado a otro, vestidos como vaqueros, y disparándose con pistolas de agua.
— Oye, ¿por qué no juegas con nosotros? Mi equipo está perdiendo la guerra, necesitamos más gente para ganar. Ten, usa esta pistola —le dice un niño amable a Jeff, ofreciéndole una pistola de agua completamente cargada.
— Mmmm, no sé, es que ya estoy grande y me da vergüenza hacer cosas de niño —dice Jeff, tratando de no hacer sentir mal al pequeño.
— Ya, di que sí, por favor. Hazlo y te doy este chocolate —le dice el niño, mostrándole un chocolate sin abrir, y que al parecer había tomado furtivamente de la mesa de los adultos.
— Está bien —dice Jeff, algo enternecido por la actitud del niño.
Al principio, cuando recién se colocó el sombrero, Jeff solo fingía disparar y hacía todo como un robot; pero después, viendo a los niños que corrían como locos, que hablaban de cosas como “asaltar la base del enemigo” o “capturar al jefe”, se contagió un poco del entusiasmo y le puso animo al juego, en parte porque le permitía distraer su mente de lo sucedido con Liu.
Por aproximadamente una hora, Jeff volvió a divertirse con la alegría de un niño, olvidando por momentos que toda la guerra de vaqueros estaba en su imaginación. Sin embargo, de pronto escuchó un ruido de ruedas sobre el pavimento, y se detuvo en seco. “No aquí, no se atreverán”, pensó Jeff, equivocándose porque sí, sí se atrevieron: saltaron la valla (que no era tan alta) en sus patinetas, y se pararon en el jardín, en medio de los niños, frente a él… Eran Randy, Troy y Keith, y habían vuelto para vengarse.
Algunos niños dejaron de jugar ante la irrupción de los extraños, pero otros continuaron el juego como si nada hubiese pasado. Randy miraba a Jeff fijamente, con odio:
— Hola, Jeff, tú y yo tenemos algo pendiente. Creo que yo y mis amigos te subestimamos ese día, pero ahora sí conocerás nuestro poder. —dijo Randy mirándolo con rencor, y con la nariz aún algo mal por lo sucedido ese día.
Jeff se quita el sombrero, deja caer el arma de juguete y le dice con rabia:
— Mi hermano está en la cárcel por culpa de ustedes. Ya estamos a mano, ya no jodan más. ¿Acaso no les importan todos estos niños? ¡Son unas mierdas!
Sin perder la autoconfianza, Randy lo mira y responde:
— La mierda eres tú, Jeff. ¿Crees que puedes ganarnos? Somos los reyes de este lugar. ¡Ahora sí te patearemos el culo!
Después de decir eso, Randy se lanza descontroladamente sobre Jeff. Ambos caen al suelo, y Randy le rompe la nariz de un puñete, pero Jeff lo toma de las orejas, le da cabezazos en la cara, y lo empuja fuertemente, alejándolo. Ambos se ponen de pie, prestos a seguir el combate, mientras los niños gritan y corren donde sus padres.
Troy y Keith, que hasta el momento no habían intervenido, sacan dos pistolas reales de sus bolsillos y gritan, amenazando para que nadie interrumpa la venganza. Entretanto, Randy saca un cuchillo y se lo clava a Jeff en el hombro. Jeff grita y cae de rodillas, cosa que Randy aprovecha para patearle la cara: una, dos, tres, y antes de la cuarta patada, Jeff le agarra el pie, se lo tuerce y lo hace caer. Con Randy en el suelo, Jeff aprovecha para entrar a la casa, e intenta correr hacia la puerta, pero Troy lo agarra del cuello, le dice “¿necesitas ayuda?”, y lo lanza al patio, alejándolo de la puerta.
Cuando Jeff intenta levantarse tras ser lanzado por Troy, Randy le da una patada en el estómago, y vuelve a hacerle lo mismo cada vez que intenta levantarse, hasta que comienza a toser sangre. “¡Vamos, Jeff, pelea conmigo!”, le dice Randy al verlo en ese estado, y después lo lanza a la cocina, ya desalojada por los adultos, que corrieron al saber que Troy y Keith tenían pistolas.
En la cocina, Randy toma una botella de vodka y la rompe en la cabeza de Jeff. “¡Pelea!”, exclama Randy con crueldad, lanzándolo hacia la sala de estar. Viendo a Jeff tirado y abatido, se le acerca y dice:
— Vamos, Jeff, ¡mírame, mírame, marica!
Jeff levanta la mirada, y lo observa con el rostro ensangrentado.
— ¡Yo hice que tu hermano fuera a prisión! ¡Anda, gusano, levántate! ¿Acaso dejarás que tu hermano se pudra en la cárcel? ¡Ven, castígame, haz justicia!
Por un momento se le nubla la vista, pero Jeff se sobrepone al abatimiento y exclama:
— ¡Deberías avergonzarte! ¡Rata ladrona y fumona, basura callejera!
La cara de Jeff enrojece de ira, la fuerza va regresando a él, empieza a levantarse, mientras Randy lo contempla y continúa provocándolo:
— ¡Por fin, al fin la nena quiere luchar! ¡Arriba, pelea como hombre! —dice Randy y, humillándolo aún más, le escupe: una, dos, tres, cuatro, cinco veces…
Jeff, que acaba de recibir el quinto escupitajo de Randy, que tiene la cara ensangrentada, el hombro con una cortadura, el cuerpo lleno de golpes, está sintiendo que la ira ha llegado a poseerlo de una manera espectacular: no se trata de intensidad ni de cantidad, se trata de profundidad. Es algo que le perfora la mente, pasa por su corazón, y llega hasta su alma, llenándola de humo negro, oscureciéndola, haciéndolo sentir como algo mucho peor que una bestia: un demonio. Sí, en ese preciso instante la extraña sensación lo visita de nuevo, mucho más fuerte que cualquiera de las veces anteriores. No, ya no es solo ira: algo en él ha despertado, y ríe, se deleita ante la posibilidad de hacer todo el daño posible a Randy, ante la perspectiva de verlo retorcerse de agonía, vencido por su poder.
— ¡¿De qué te ríes?! ¡Anda, bastardo, dime de qué te ríes! —dice Randy con desesperación, viendo que Jeff empieza a reír a carcajadas.
“Me río de tu futuro”, dice Jeff, y ágilmente, con una fuerza que Randy no sabe de dónde sacó, lo toma del pie, lo hace caer, se pone encima de él y le da con el puño un golpe de martillo, justo en el corazón. El golpe es contundente, poderoso, y el corazón de Randy se para momentáneamente. Randy intenta tomar aire, desesperadamente trata de respirar, y en ese instante Jeff ve un martillo que ninguno de los dos había advertido. El martillo está cerca, y Jeff se levanta corriendo, lo toma, ve que Randy sigue en el piso, y le da con todas sus fuerzas en el estómago, haciéndolo gritar y pedir piedad con la voz ahogada. Después le rompe las rodillas, los brazos, le machaca las manos; cuando ve que está perdiendo la conciencia, le destroza las costillas para que el dolor lo despierte, y finalmente empieza a golpearle la cabeza, lo suficientemente duro como para que pueda morir, pero no lo suficientemente duro para que muera con un solo golpe.
Cuando termina su obra sangrienta, Jeff mira alrededor y ve que algunos niños están llorando, mirándolo desde las ventanas junto a sus padres. Troy y Keith le apuntan con sus armas: ni ellos mismos entienden bien por qué dejaron morir a Randy, pero ahora creen que es hora de matar a Jeff, aunque están turbados y fallan los disparos, mientras Jeff sube las escaleras y se encierra en el baño, donde toma el estante de la toalla, arrancándolo de la pared.
A estas alturas, la Policía ya debería haber llegado, pero todavía no aparece ningún policía y todo sigue su atroz curso.
Troy y Keith han gastado todas sus balas, así que cogen cuchillos y suben al baño. Tumban a patadas la puerta y Troy entra primero, intentando apuñalar a Jeff, que lo esquiva y lo golpea en la cara con el estante, empleando todas sus fuerzas, neutralizándolo. Keith es más ágil, y esquiva los golpes de Jeff, pero comete el torpe error de dejar caer el cuchillo, para agarrar a Jeff por el cuello y empujarlo contra la pared, haciendo que un recipiente con lejía, ubicado en un estante, se caiga y vierta su contenido, quemándolos a ambos combatientes.
Ambos gritaron, y cuando Jeff se secó los ojos, tomó de nuevo el estante de la toalla y golpeó a Keith en la cabeza. Keith ahora parecía derrotado, y yacía ahí, tirado y sangrante, pero sin embargo empezó a reírse macabramente.
— ¿Cuál es el chiste? ¡De qué te ríes! —preguntó Jeff, desesperado e irritado.
— ¿Qué no ves? Ambos tenemos lejía, pero tú encima estás bañado en alcohol. ¡Hhaahahahahahaahhaah, hahahahaahhaah! —río Keith, y sacó un pequeño encendedor, topando con la llama a Jeff.
Jeff empezó a gritar. El alcohol había hecho que el fuego lo cubriese por completo, y mientras tanto la lejía lo blanqueaba. Salió en llamas, rodó por las escaleras, la gente gritó al verlo envuelto en fuego, y caer en el piso, agonizante.
Pese a todo, algunos acudieron a socorrerlo con agua por pedido de su madre, que estaba allí y fue lo último que vio antes de perder el conocimiento.
Cuando Jeff recobró la conciencia, muchas cosas habían pasado: tenía yeso en toda la cara, no podía ver, tenía otro yeso en un hombro, puntos por todo el cuerpo. Estaba en cama, pero no sabía que tenía un tubo en un brazo, hasta que intentó levantarse, cayó, y una enfermera acudió a ayudarlo. “No creo que pueda levantarse aún, necesita reposar”, le dijo la enfermera a Jeff, que obedeció y permaneció varias horas acostado y despierto hasta que llegó su madre:
— Cariño, ¿te sientes mejor? —le preguntó su madre, pero siguió hablando al ver que su hijo no podía decir nada— Te tengo una buena noticia: Liu va a ser liberado. Los testigos de lo que pasó en la fiesta hablaron con la Policía. Ahora sí creen que tu hermano es inocente. ¡Lo verás mañana! ¿no te alegra?
Jeff no podía hablar, pero movió el dedo índice de su mano derecha en señal de asentimiento, después su madre lo abrazó, se despidió y se fue.
Durante las siguientes dos semanas, Jeff fue visitado por muchos miembros de su familia. Todos se mostraban compadecidos a pesar de la atrocidad que había hecho, seguramente porque las infamias de los tres pandilleros en la fiesta fueron lo que más impacto tuvo: eran ellos los monstruos, Jeff solo era un chico con problemas que estalló en un momento de extrema tensión; al menos, eso era lo que la mayoría pensaba.
Cuando por fin llegó el día en que le habrían de quitar las vendas a Jeff, todos los miembros cercanos de su familia estaban allí, acompañándolo, queriendo ser lo primero que viese, queriéndole decir que, a pesar de todo, ellos seguían a su lado. “Ojalá suceda lo mejor”, dijo el médico antes de quitar las vendas que cubrían el rostro de Jeff.
La madre de Jeff gritó asustada al verle el rostro, y su padre y Liu lo miraban con miedo. Ahora ya había recobrado la visión, aunque no tenía un espejo para comprender el porqué de tanto temor:
— ¿Qué pasa? ¿Qué tengo? ¿Por qué me ven así? —dijo Jeff preocupado
Nadie le respondía, estaban tan impresionados que no eran capaces de proferir palabra alguna. Desesperado ante el silencio de su familia, Jeff se levantó bruscamente de la cama, corrió por el pasillo hasta llegar al baño, y cerró la puerta con cerrojo.
Encerrado en el baño, Jeff se miró al espejo y vio con horror el monstruo en que se había transformado: sus labios, derretidos por el fuego, eran una profunda y grotesca sombra roja; su piel estaba blanca, tan blanca como tiza, o como lápida de cementerio; su pelo estaba negro, sucio y chamuscado. Se tocó la cara, su piel parecía cuero de vaca. Quería llorar pero no podía: tenía las lágrimas congeladas en el pecho, o convertidas en piedra, para ser más preciso. “¿Éste soy yo?, ¿este monstruo soy yo?, ¿acaso siempre he sido esto?”, se dijo Jeff, mirando su reflejo con mezcla de asco y terror.
Tras terminar de contemplarse, Jeff abrió la puerta del baño y vio que su familia estaba ahí afuera: los vio sin decir nada y se volvió a mirar en el espejo. “Jeff, no te ves tan mal, puede arreglarse”, le dijo Liu, intentando consolarlo. Jeff se volteó, y sonriendo dijo: “¿No me veo tan mal?, ¿no me veo tan mal?… ¡es perfecto!”.
Todos miraban a Jeff con asombro y pena, pensando que su nuevo aspecto lo había trastornado todavía más. Al verlos así, Jeff comenzó a reírse, cada vez más, hasta que estalló en sonoras carcajadas, pero sus manos temblaban y sus padres lo notaron.
— Jeff, ¿estás bien? —le dijo su padre, compadecido.
— ¿Qué si estoy bien? ¡Nunca he sido tan feliz! ¡Hahahahahhahhahahahahahaha! Este rostro sí me queda. No sé de qué se asombran, siempre he tenido esta cara. —dijo Jeff, con un tono que mostraba locura.
Jeff siguió riendo, su padre miró a Liu y a su esposa, les hizo una señal de que debían dejarlo solo, y entonces los tres se retiraron, sin decir palabra alguna. Las carcajadas de Jeff se oían por todo el piso del hospital, retumbaban a espaldas de sus padres y de Liu. Durante la pelea con Randy, algo cambió para siempre en la mente de Jeff. Fueron momentos de gran tensión, en que su psique sufrió un impacto irreparable y su cerebro perdió el equilibrio químico. Y encima de eso, ahora su rostro estaba como el de un monstruo, y eso disparó un proceso psicológico que llevó a Jeff a identificarse con su lado oscuro. Ya era un psicópata de verdad, pero su familia aún no lo sabía.
“Doctor, ¿cree que mi hijo esté mentalmente trastornado? Mírelo cómo se ríe, yo creo que necesita ser tratado por psicólogos y psiquiatras. ¿Qué piensa?”, preguntó la madre de Jeff al médico que lo trató. El médico bajó la cabeza, se acarició el mentón mientras reflexionaba unos momentos, y después alzó la vista y respondió: “Le recomiendo que no se preocupe tanto. Mire, señora, ese comportamiento de su hijo es bastante común en pacientes que han sido sometidos a grandes cantidades de calmantes para el dolor. A Jeff tuvimos que aplicarle abundantes cantidades, pero no se preocupe, que los efectos desaparecen en un par de semanas. He visto casos peores que el de su hijo y siempre ese efecto de los calmantes desaparece con el tiempo. Cuando el paciente sigue trastornado es por otra cosa y no por los calmantes, pero eso casi nunca pasa. En todo caso, puede traer aquí a Jeff si sigue mal después de unas semanas. Ahí sí tendremos que hacerle exámenes psicológicos, pero dudo que sea necesario”. La mujer se tranquilizó con las palabras del médico, le agradeció y fue a buscar a Jeff.
“Jeff, hijo, ya tenemos que irnos a casa. Todo va a estar bien, te dejaremos descansar y te ayudaremos a recuperarte. Ven, vamos”, le dice a Jeff su madre. Jeff solo la mira y, antes de ir a ver su ropa (estaba con traje de paciente de hospital), se limita a decir: “Ay, mamá, ¡hahahahahahhahahhahaha!”
Una vez que Jeff se puso unos pantalones negros y una sudadera blanca, fue a casa y allí subió hasta su habitación. Su madre se despidió cariñosamente y lo dejó solo, sin saber lo que ocurriría después…
En efecto, esa misma noche, a eso de las doce, la madre de Jeff despertó al escuchar algo en el cuarto de baño. Sonaba como cuando alguien llora mucho y hace sonidos de lamento, y la mujer se preocupó al creer que Jeff estaba en una de sus crisis. Entonces salió de la cama sin levantar a su esposo, y caminó sigilosamente para no despertar a nadie y evitar ser advertida por quien estaba en el baño; incluso, se desplazó pegada a la pared (para que el ocupante no la viera en el espejo o directamente), ya que vio que la puerta estaba abierta, pues la luz amarillenta del baño caía sobre el suelo.
Estando junto al marco de la puerta del baño, la madre de Jeff se asomó discretamente y vio algo horrendo: era Jeff, que había tomado un cuchillo y se había cortado las mejillas, dibujándose una sonrisa como la del Guasón.
“¡Jeff, ¿qué haces?! ¡Deja de cortarte! ¡Por favor!”, exclamó la madre de Jeff, aterrada y queriendo llorar. Entonces Jeff deja caer el cuchillo en la lavacara ensangrentada, mira a su madre y dice: “Ya no podía sonreír, mamá. El dolor no me dejaba sonreír. Esto fue muy difícil, pero ahora estaré sonriendo siempre, eternamente”. Mientras escuchaba la delirante respuesta de Jeff, su madre notaba que sus ojos estaban rodeados de negro, que no tenían párpados: era grotesco.
“¡Jeff, tus ojos! ¡Mira tus ojos! ¡¿Qué has hecho?!”, exclamó la mujer, sumida en una aguda desesperación. Nuevamente, Jeff responde en forma demencial: “No podía ver mi rostro, no lo soportaba. Mis ojos siempre se cerraban cuando me veía, pero me harté y me quemé los párpados. Oooooh, ¡ahora siempre veré mi nuevo rostro, ahora jamás volverá a estar todo negro! ¡Negro, mamá, negro!”. La mujer lo mira mientras se le humedecen los ojos, y empieza a retroceder, atemorizada.
“¿Qué pasa, mamá?, ¿no soy bello?”, dice Jeff a su madre, viéndola alejarse. “Claro que lo eres, hijo, solo voy a buscar a tu padre para que vea tu nuevo aspecto”, dice ella y después corre y cierra la puerta de su habitación, temiendo que Jeff pueda incluso matarla.
— ¡Mi amor, despierta, tu hijo se ha vuelto loco! —dice la madre de Jeff a su esposo, zarandeándolo para que despierte.
— ¿Qué tienes?, ¿por qué no me dejas dormir?
— ¡Jeff tiene un cuchillo y está loco!, ¡tienes que sacar el arma ya, aunque sea para evitar que nos mate!
— Ni creas que mataré a mi hijo, eres tú la que está loca. A ver, voy a sacar esa pistola para dispararle en la pierna si se pone demasiado violento. Pero cálmate, ¿no ves que lo pondrás peor si te pones así?
Jeff está fuera, escuchando todo al otro lado de la puerta. Está fuera de sí, ha tenido puras pesadillas sangrientas y siente la necesidad de destruir:
— Papáaaa, papáaaa, mami me dijo que era bello y ahora tiene miedo. ¿Tú también tienes miedo? ¿No soy bello? ¿Por qué quieren matarme?
— Nadie te matará, hijo, por favor suelta ese cuchillo. Nosotros te ayudaremos, tienes que calmarte.
— Pero mami me mintió, papá: ¿no ves que tiene miedo? Ella cree que soy un monstruo, ella me ve como un monstruo. ¿Tú también, verdad?
— Nosotros te amamos, hijo, nunca te veríamos como un monstruo.
— La pistola, carga la pistola —susurra la madre de Jeff, nerviosa.
— ¿Pistooola? ¿Quién dijo “pistola”? ¡Mienten, quieren matarme! ¡Asesinos, asesinos! ¿Creen que soy feo, verdad? ¡Hahahahahaha, hahhaahha! ¡Jeff está muerto, Jeff está muerto! ¿Qué hicieron con él? ¡¿Qué hicieron con él?!
— ¡Por favor! —grita el padre de Jeff, nervioso y tratando de controlar el enojo que le causa la actitud de su hijo.
Jeff empieza a patear la puerta mientras ríe, y su padre está desesperado porque no encuentra las balas de la pistola: al parecer, en algún momento de esa noche, Jeff había entrado sigilosamente al cuarto, había sacado las balas pues sabía que estaban en el cajón del velador, y se había deshecho de ellas. Ahora ya terminó de tumbar la puerta, sus padres gritan, su padre le arroja una lámpara pero Jeff lo esquiva, le lanza el cuchillo en la barriga, lo patea, golpea a su madre y la tumba, y entonces comienza un grotesco espectáculo que es mejor no describir, pero que termina cuando Jeff eviscera a sus padres y esparce las vísceras por la habitación.
Debido a todo el ruido y a los gritos, Liu se había despertado, pero tenía tanto sueño que se volvió a dormir sin preocuparse de lo que ocurría. Ahora despertó nuevamente porque sentía que alguien lo observaba. Lleno de somnolencia, abre los ojos y mira hacia arriba: era Jeff, con su nuevo y monstruoso rostro.
Por un momento, Liu pensó que todo era una pesadilla, hasta que sintió la mano de Jeff en su boca, y lo vio alzar el cuchillo con la otra mano. Entonces luchó desesperadamente, pero Jeff lo dominó sin usar el cuchillo, y estando encima de él le tapó de nuevo la boca, levantó el cuchillo y dijo: “Shhhhhhh, shhhhhh, ve a dormir”. Esas fueron las últimas palabras que Liu y muchos otros escucharon de Jeff, antes de que todo se tornara negro y fueran a dormir, a dormir para siempre…
Para entender la deep web o “web profunda” primero debemos entender que las páginas que todo el mundo visita día a día pertenecen a la surface web o “web superficial”: Google, Yahoo, Wikipedia, Amazon, Ignomanía y tantas otras miles, pero la web no está compuesta sólo por la surface web que es la que todos conocemos, sino también por la deep web, el lado oscuro de internet, una red de webs de difícil acceso al usuario común donde pululan todo tipo de hackers, agentes del gobierno, altos cargos militares y las peores lacras de la sociedad.
Niveles dentro de la Deep Web: Nivel 1 - Surface Web
En este nivel se encuentra la web en general, páginas como Google, Facebook o donde estamos actualmente.
Nivel 2 - Bergie Web
En este nivel se encuentra el resto de la internet conocida pero más "under" que el nivel uno. Páginas porno, la comunidad 4chan, servidores FTP, porno "jailbait" (menores que por su apariencia física aparentan ser mayores de edad), etc.
Nivel 3 - Deep Web (Se requiere Proxy)
En este nivel ya estamos en la deep web y las cosas se ponen más escabrosas. Se requiere usar un proxy para sumergirte de forma anónima, aquí podemos encontrar jailbait más heavy, pornografía infantil "light" (CP significa childporn), gore, hackers, script kiddies, información sobre virus, etc.
Nivel 4 Charter Web (Se requiere Tor)
Este nivel es lo más profundo que un usuario común puede llegar dentro de la deep web. Nos encontramos con páginas como: Hard Candy, PedoPlanet (grupos de pedófilos), la hidden wiki, una página con enlaces dentro de la deep web, vídeos y libros prohibidos, material visual cuestionable, asesinos a sueldo, venta de drogas, tráfico de humanos y el resto del mercado negro.
Nivel 5 - Marianas Web:
Poco y nada se conoce sobre este nivel. El nombre deriva de la Fosa de las Marianas, la fosa marina más profunda conocida, localizada en el sureste de las Islas Marianas cerca de Guam. Se dice que es un nivel muy peligroso y controlado por el gobierno, la parte más profunda de la deep web y donde "nadie quiere entrar".
Zion y La Liberté:
En lo más profundo de la deep web existen estos dos sitios. La Liberté es una página francesa, una de las más profundas dentro de la deep web. Para poder ingresar tanto a Zion como a La Liberté, se necesita invitación. Los diferentes foros dentro de estas páginas están tan protegidos que se necesita un usuario y contraseña distintos para cada foro. Zion supera a La Liberté en profundidad, ya que La Liberté sólo recibe información y videos liberados por Zion, en estas páginas se puede encontrar por ejemplo, el famoso video de los rusos matando a un mendigo a martillazos y clavándole un destornillador en el ojo, otro de rusos dándole con un bate a unos indigentes en medio del bosque hasta partirles la cabeza (literalmente). Vídeos de peleas hasta morir, de violencia de género (como un hombre que apaleaba a puñaladas a una chica en la calle), violencia contra animales, vídeos de ejecuciones, etc. También hay una sección de peleas a muerte en tiempo real, eventos que se tienen que pagar por medio de bitcoins y se puede apostar usando esta moneda. Algunos dicen que las apuestas normalmente son de 10 mil dólares para arriba. También se dice que Zion es una idea conceptual para referirse a lo más profundo de la deep web, pero no es una dirección URL física a la que poder acceder.
Cuando Clara Germana Cele, una misionera de Sud África tenía 16 años, hizo un pacto con Satanás, o eso le dijo a su confesor, el padre Erasmus Horner, en la escuela misionera a la que había asistido desde los 4 años de edad.
En las semanas que siguieron a su confesión, Clara comenzó a comportarse de manera extraña, y el 20 de agosto de 1906 alarmó a las hermanas que la tenían a su cuidado al desgarrarse los vestidos, romper una de las columnas de su cama, gruñir como un animal salvaje y conversar con seres invisibles.
En un momento de lucidez les dijo: “Por favor, llamen al padre Erasmus, tengo que confesarme y decirlo todo, pero dese prisa o satán me matará. ¡Me tiene en su poder! No llevo nada bendecido, he tirado todas las medallas que usted me dio.” Ese día más tarde dijo: “Me has traicionado. Me habías prometido días de gloria, pero ahora me tratas cruelmente.”
Hasta que no empezaron estos arrebatos, los sacerdotes y las monjas misioneras de la escuela misionera de la Orden de Marianhill en Umsinto, a unos 80 kilómetros al sur de Durban, Sud África, habían considerado a Clara una joven normal y saludable, aunque un tanto excéntrica. A medida que empeoraba su estado, Clara comenzó a mostrar los síntomas por los que la iglesia católica identifica los casos de posesión demoniaca.
Por ejemplo, el agua bendita le quemaba cuando la rociaban con ella o se la daban a beber, pero cuando la rociaban con agua común y corriente que tomaban de cualquier grifo, ella simplemente reía a carcajadas. Daba grandes y fuertes quejidos cuando le acercaban una cruz, y podía descubrir la presencia de un objeto religioso aunque este hubiera sido envuelto a conciencia y escondido perfectamente.
Empezó a manifestarse en Clara una clarividencia de mayor alcance. Podía describir con detalle el viaje de un clérigo que viajó desde África hasta Roma, incluidas las direcciones de los lugares en donde paraba para comer o dormir a lo largo del camino; y, para avergonzar a un joven que se había burlado de ella años atrás, reveló detalles escandalosos de su vida privada, con fechas, ocasiones y nombres.
Entre las diversas manifestaciones físicas de Clara, su confesor citó numerosos casos de levitación:
“Clara flotaba a menudo hasta a metro y medio del suelo, unas veces verticalmente con los pies hacia abajo, y otras veces horizontalmente, con el cuerpo flotando sobre la cama.
Permanecía en una postura rígida y ni siquiera la ropa se le veía abajo, como hubiera sido normal; por el contrario, sus vestidos seguían pegados a su cuerpo y a sus piernas. Si la rociaban con agua bendita, descendía inmediatamente, y sus ropas caían sueltas sobre la cama.
Este fenómeno tuvo lugar en presencia de varios testigos, incluidos extraños y curiosos que querían saber del caso. Aún en la iglesia, en donde todos podían verla, flotaba por encima de su asiento. Algunos intentaban hacerla bajar por la fuerza jalándola de los pues, pero era imposible hacerla bajar.”
Otra curiosidad física que impresionaba a los sacerdotes y monjas presentes, era su capacidad para transformarse en un ser, con aspecto de serpiente. Todo su cuerpo se volvía tan flexible como el hule, y se retorcía por el suelo. A veces su cuello parecía alargarse, aumentando así la impresión como de serpiente que daba.
En una ocasión, mientras la estaban sujetando, se tiró como un rayo a una monja arrodillada frente a ella y la mordió en un brazo. La herida mostraba las señales de la mordida de Clara y unas pequeñas punciones rojas semejantes a la mordedura de una serpiente.
El 10 de septiembre de 1906 se concedió el permiso para el exorcismo de Clara Germana Cele, el cual llevaría a cabo el padre Erasmus, su confesor, y el padre Mansuet, rector de la misión.
En enero de 1907, en ausencia del padre Erasmus, Clara sufrió una recaída e hizo un nuevo pacto con el diablo. El 24 de abril comenzó un nuevo exorcismo. Duró dos días y tuvo éxito; la marcha definitiva del demonio quedó señalada por un fétido olor, y jamás volvió a recaer.
A lo largo de la historia han existido libros que han tenido una relación directa o indirecta con el mal. Por mencionar alguno, El Necronomicón es uno de esos libros que tiene esa conexión maldita, aunque con el paso de los años se ha dudado de su propia existencia. Pero muy posiblemente, el libro más misterioso y terrorífico es el llamdo Codex Gigas, o comúnmente conocido como “La Biblia del Diablo”. Se dice que sus páginas están hechas de pieles de burros, siendo el manuscrito medieval más grande y más misterio de la historia. Según cuenta la leyenda del Codex, se trata de un texto perturbador surgido de un pacto hecho entre un monje condenado, y el mismísimo diablo.
La historia Codex Gigas
Según la leyenda del Codex, el escribano era un monje que “violó” su código monástico y fue condenado a ser emparedado sin ninguna posibilidad de escaparse. Sólo había una forma de que el monje pudiese evitar su muerte atroz, y era comprometiéndose a crear un libro hermoso y fascinante para glorificar al monasterio para siempre, un libro que tenia que incluir todo el conocimiento humano. Se le dio sólo veinticuatro horas para completar la tarea y si el monje era capaz de conseguir finalizar el manuscrito, sería liberado.
El monje empezó a dar vida a una biblia escrita en pieles de animales, con tintas de colores e ilustraciones, completamente “iluminado” al puro estilo de esa época. La historia cuenta que alrededor de la medianoche, el monje se dio cuenta de que no podría realizar esta tarea solo, por lo que vendió su alma al diablo a cambio de ayuda. El diablo terminó el manuscrito y el monje añadió la imagen del diablo en agradecimiento por su ayuda. Es debido a este ejemplo único de que el Codex Gigas es también conocido como “la Biblia del Diablo”.
Uno de los misterios más grandes de la música popular se relaciona con el famoso “Club de los 27”, denominación que se refiere al grupo de músicos célebres que comparten una fúnebre singularidad: haber muerto trágica y prematuramente a la edad de 27 años, en casos relacionados mayormente con el abuso de drogas y alcohol, accidentes inexplicables e incluso el suicidio.
1) Robert Johnson:
De este célebre guitarrista negro nacido en 1911 en Hazlehurst, Mississippi, se han dicho muchas cosas, Como que era un músico mediocre, hasta que presumiblemente hizo un pacto con el diablo en el cruce de la Highway 69 con la 49, en Clarksdale, invocando en la medianoche al maligno con una pequeña oración de encantación que había aprendido de un viejo esclavo, para pedirle que lo ayudara a tocar el blues como nadie lo hizo nunca. Johnson, al parecer, no sólo estaba consciente de sus limitaciones como músico, sino que también estaba resentido con Dios por la prematura muerte de su joven mujer e hijo. Luego que el maligno se le apareciera, y tras prometerle que dominaría la guitarra como nadie, le explicó también que solamente debía deslizar las manos sobre el instrumento para interpretar el mejor blues de la historia. El resto es historia conocida. Johnson se transformó de la noche a la mañana en un músico sublime (su virtuosismo era tal, que al escucharlo parece que sonaran dos guitarras en vez de una y su fantasmal voz podía cambiar fácilmente de tonos y formas), grabando 29 canciones, entre las cuales se encuentran dos de sus mayores éxitos, “Crossroad blues” y “Me and the devil blues”, las cuales hacían referencia precisamente a este pacto demoníaco.
Este guitarrista, que se transformaría en influencia de excelsos guitarristas como Elmore James, Muddy Waters, Eric Clapton y Keith Richards, fallecería a los 27 años en agosto de 1938 después de tocar en un local llamado “Three Forks”, en Greenwood, Mississippi. Mujeriego redomado, Johnson había intentado seducir a la mujer del dueño del establecimiento, y antes de subir a un escenario una botella de whisky abierta llegó a su mesa. Johnson no se hizo de rogar y la bebió con avidez, pero cuando comenzó a tocar comenzó a sentir molestias físicas. Así que paró de cantar, dejó su guitarra a un lado y salió a la calle. Estuvo perdido durante 3 días y, cuando lo encontraron, ya estaba muerto. Había sido presumiblemente envenenado con estricnina. Con su misteriosa muerte, el rey del delta blues se convirtió en el primer miembro oficial del “Club de los 27”.
2) Brian Jones:
Fundador de los Rolling Stones. Nacido en febrero de 1942, este rubio guitarrista, por si fuera poco, tocaba instrumentos raros para el rock (se decía que sólo necesitaba media hora para aprender a tocar cualquier instrumento). Si bien en lo años en que integró los Rolling Stones, Jones no figuró en ninguno de los créditos como compositor y tampoco cantó ninguna de las canciones, la riqueza y diversidad musical que el grupo alcanzó con él nunca volvió a ser igualada después de su partida. Sus problemas con las drogas, comportamiento errático, y la fricción con sus compañeros de banda, en especial con la dupla Jagger-Richards, sólo anunciaron que le quedaba poco tiempo en el grupo que había ayudado a formar. Durante la grabación del disco “Let it bleed”, el grupo decidió pedirle que se fuera. Jones no cuestionó la decisión, ya que en ese momento se encontraba internado en una clínica con un cuadro de depresión. Así, Brian Jones abandonó el 10 de junio de 1969 la banda que había ayudado a fundar, retirándose a su casa de Sussex. En todo caso, a pesar de haber sido expulsado de su propio grupo, Jones no se sentía particularmente infeliz, pues su cabeza estaba plagada de proyectos junto a otras estrellas de la talla de John Lennon o Jimi Hendrix. Además, mujeriego impenitente como era, ya vivía con su nueva novia, una bella bailarina sueca llamada Anna Wohlin.
Pero un mes más tarde, inexplicablemente, Jones fue hallado muerto flotando en su piscina. Junto a su cuerpo se encontró su inhalador de asma, que se encontraba al borde del estanque. El informe del forense detalló “muerte accidental” y la causa fue la “inmersión en el agua bajo la influencia del alcohol y las drogas”.Los informes de la policía indicaron que el músico había muerto a causa de un ataque de asma, enfermedad que sufría desde la niñez, aunque en la actualidad esta versión todavía es muy discutida.
Brian Jones fue enterrado el 10 de julio en Cheltenham, su pueblo natal, y la inscripción que se escribió en su lápida ahorraba todo comentario: “No me juzguéis con demasiada severidad”. Brian Jones, el mismo chico vividor que a los 15 años ya tenía tres hijos ilegítimos, se encumbró a lo más alto fundando a los Rolling Stones, la banda de rock más importante del mundo en su momento, transformándose en su integrante más popular, pero terminó precipitándose como un cuerpo inerte flotando en el fondo de una piscina. El temido “Club de los 27” ya tenía a su segundo miembro.
3) Jimi Hendrix:
James Marshall Hendrix, mejor conocido como “Jimi” Hendrix, nacido en Seattle, Estados Unidos, el 27 de noviembre de 1942, es considerado el más grande guitarrista en la historia del rock and roll y el blues eléctrico. En el año 2003 la revista Rolling Stone lo escogió, de hecho, como el mejor guitarrista de todos los tiempos, fue uno de los músicos más innovadores y completos de la época, transformándolo en un pionero de la guitarra eléctrica (su virtuosismo era tal que la tocaba hasta con los dientes).
Pero la triunfal carrera de Hendrix se cortaría abruptamente en Londres, Inglaterra, la noche del 18 de septiembre de 1970. Después de acudir a una fiesta, su novia lo fue a buscar para dejarlo en un hotel Samarkand. Hendrix, que ya estaba totalmente bebido, tomó en su pieza una decisión fatal: ingirió nueve pastillas para dormir. La mezcla de somníferos y alcohol fue totalmente contraproducente, y Hendrix cayó presumiblemente desvanecido, muriendo después por la aspiración de su propio vómito. Posteriormente, se especuló que Hendrix no había muerto en ese momento, sino que cuando lo llevaban en la camilla: cuando necesitó girar la cabeza para vomitar en el suelo, uno de los enfermeros habría colocado su cabeza sobre la camilla, provocando así su atragantamiento y fallecimiento (también se especuló que su manager, Michael Jeffery, quien iba a ser despedido por el músico, le había hecho tomar pastillas y grandes cantidades de vino, para provocarle la muerte y cobrar el millonario seguro que estaba a su nombre). Lo único cierto es que el mundo de la música había perdido a uno de los grandes y el “Club de los 27” ya tenía a otro miembro.
4) Janis Joplin:
Esta cantante estadounidense, la primera mujer en ser considerada una gran estrella del rock and roll y el blues, nació en Texas el 19 de enero de 1943 y desde muy temprano llamó la atención por la calidad de su voz y la visceral intensidad de su interpretación. Luego de alcanzar la fama y después de que se enterara de la muerte de Jimi Hendrix, la cantante comenzó a cuestionarse qué podría suceder si ella también falleciera: «Me pregunto si yo muriera… ¿Qué pasaría? ¿Hablarían de mí tanto como de Jimi? ¡Ja, ja! No es un mal truco para hacerse publicidad, pero no creo que pudiera morir también en 1970. Eso disminuye mis posibilidades porque dos estrellas del rock no se pueden morir en el mismo año. Pero no se preocupen. No voy a morir el mismo año que Jimi Hendrix. ¡Soy mucho más famosa que él!”, les dijo la cantante en tono de broma a sus allegados.
Pero la cantante no sabía que tenía una cita con la muerte y que ésta iba a producirse menos de un mes desde del fallecimiento de Jimi Hendrix. El sábado 3 de octubre de 1970, cuando Janis Joplin se aprestaba a grabar las partes vocales de la canción “Buried alive in the blues”, en un estudio de Los Ángeles, se retiró a su habitación en el Landmark Motor Hotel. Como la cantante no se apareció en el estudio al día siguiente, según lo acordado con el productor, sus amigos decidieron visitarla en el hotel, pero, al entrar a la habitación, la encontraron muerta, tirada en el suelo a un lado de su cama. La causa oficial de su deceso fue una sobredosis de heroína, probablemente bajo los efectos del alcohol. Joplin fue incinerada y sus cenizas esparcidas desde un avión en el oceáno Pacífico. En su testamento, Joplin dejó 2500 dólares para realizar una fiesta en su honor en caso de su desaparición y se repartieron pasteles de chocolate mezclados con hachís entre los cerca de 200 asistentes que llegaron a la particular “celebración”.
5) Jim Morrison:
James Douglas Morrison, vocalista de The Doors, es considerado uno de los cantantes más populares, influyentes y carismáticos de la historia del rock (el quinto mejor vocalista de todos los tiempos, según la revista “Rolling Stone”). También era un consumidor habitual de alcohol y varios tipos de sustancias psicoactivas (LSD, cannabis y peyote), las que defendía porque lo ayudaban, en su opinión, a alcanzar otros estados superiores de conciencia, con un mayor equilibrio espiritual y paz interior (curiosamente, Morrison jamás se mostró especialmente entusiasmado con la heroína, principalmente por su declarada fobia a las agujas).
Después de la grabación del disco L.A. Woman, Jim Morrison decidió tomarse un tiempo libre y se mudó en marzo de 1971 a Francia, con su novia, Pamela Courson. Pero el 3 de julio de ese mismo año la misma Pamela lo encontró muerto en la bañera de su piso del barrio del Marais. El parte médico estableció que el cantante murió por un fallo cardiaco agravado por el abuso de alcohol, pero nunca se realizó una autopsia en regla debido a que no se evidenció violencia en su muerte. Morrison fue enterrado en París, en el cementerio de Père-Lachaise, convertido en la actualidad en un lugar de peregrinación para fans de todo el mundo (su tumba, de hecho, es el cuarto lugar más visitado por los turistas en la capital francesa, después de la Torre Eiffel, Notre Dame y el Centro Pompidou). La actual lápida, colocada por los padres del cantante en 1991, dice en griego antiguo: “Kata Ton Daimona Eaytoy”, que significaría “Fiel a su propio espíritu divino dentro de él”, aunque otros afirman que significa “De acuerdo a su propio demonio”.
Recientemente, a propósito de la muerte de Jim Morrison, después de 43 años de silencio, la actriz y cantante inglesa Marianne Faithfull, causó un pequeño revuelo mediático al confesar a la revista “Mojo” que la sobredosis que mató al frontman de los Doors había sido provocada accidentalmente por su novio de entonces, el dealer Jean de Breteuil. “La última vez que estuve en Londres un periodista me preguntó por qué maté a Jim Morrison, así que decidí contar exactamente lo que pasó y demostrar que yo no maté a Jim Morrison. Aunque sí sé quien lo hizo. Fue Jean de Breiteuil, quien fue a verlo para venderle droga y lo mató de forma accidental. La muerte de Jim Morrison fue consecuencia de la pureza del caballo (heroína) que le suministró De Breiteuil. Y yo no sabía nada sobre esto. De todas formas, todos aquellos relacionados con la muerte de este pobre chico están muertos ya. Todos excepto yo”, dijo Faitfull, entregando quizás algo de luz entre las brumas que ocultaron durante años la muerte del mítico cantante de los Doors, el mismo que en la parte final de la canción “Not to touch the earth” declaraba “I’m the Lizar King. I can do anything” (“Soy el rey lagarto. Puedo hacer lo que quiera”).
6) Kurt Cobain:
Kurt Donald Cobain, nacido en febrero de 1967 en Aberdeen, Estados Unidos. Pero Cobain, pese a la fama planetaria y el dinero que le llegaba a raudales, también se sentía incómodo y frustrado, creyendo que su mensaje y su visión artística habían sido malinterpretadas por el público. Además, su notoria incapacidad para hacer frente a las presiones profesionales y personales de su vida, lo fueron convirtiendo en un adicto a la heroína y los tranquilizantes.
En febrero de 1994 Cobain hizo su última aparición en televisión en un programa de la televisión italiana, y en marzo, después de que el grupo tocara su ultimo concierto en Alemania, al cantante se le diagnosticó bronquitis y laringitis severas, por lo que viajó a Roma para recibir tratamiento médico. A la mañana siguiente, cuando despertó, su esposa, Courtney Love, descubrió que Cobain había sufrido una sobredosis por una combinación de champán y flunitrazepam, que ella calificó de intento de suicidio. Después de cinco días de tratamiento, Cobain salió del hospital y regresó a Seattle.
El 8 de abril de 1994 el cuerpo sin vida de Kurt Cobain fue descubierto en una habitación encima de su garaje por Gary Smith, un empleado que había llegado a la casa para instalar un sistema eléctrico de seguridad. “Cuando vi el cadáver pensé que era un maniquí”, dijo Smith a la policía, agregando que no había notado signos visibles de traumatismo, y al principio creyó que el cantante estaba dormido. Smith también encontró en un jarrón de flores lo que parecía ser una nota de suicidio, que decía entre otras cosas: «Por favor, Courtney, sigue adelante. Por Frances. Por su vida, que va a ser mucho más feliz sin mí. los quiero, ¡los quiero!”. Al lado del cadáver de Cobain se encontró también una escopeta. Una autopsia concluyó que la muerte de Cobain fue el resultado de «una herida por bala infligida en la cabeza». El informe estimó que Cobain murió el 5 de abril, alrededor de las 11:30 de la mañana. Wendy Fradenburg Cobain O´Connor, la madre del líder del grupo Nirvana, declaró posteriormente que “ahora Kurt se ha unido a ese estúpido club de músicos muertos con 27 años, con el que solía estar obsesionado, a pesar de que yo le decía que se olvidara de esas tonterías”.
7) Amy Winehouse:
La última integrante famosa del club de los 27 fue Amy Jade Winehouse. Pero, a la par de sus logros artísticos, la cantante también comenzó a aparecer en la prensa debido a sus constantes problemas legales y, especialmente, a su adicción a las drogas y el alcohol. En junio del 2011, de hecho, Amy realizó en Belgrado, Serbia, un concierto que fue catalogado por sus propios seguidores como «el peor concierto jamás visto», al encontrarse en el escenario completamente ebria. Las críticas fueron tan furibundas que la artista canceló el resto de las presentaciones, regresando a Inglaterra antes de lo previsto. Debido a su alcoholismo se temía lo peor y así ocurrió. El 23 de julio de 2011 la artista de 27 años fue encontrada muerta en su departamento de Londres, después de sufrir un colapso alcohólico. Según la autopsia, Winehouse falleció después de ingerir una cantidad muy excesiva de alcohol, en concreto 416 mg de alcohol por decilitro de sangre (416 mg/dl). El patólogo que realizó el examen post mortem afirmó que 350 mg/dl ya era considerado un nivel fatal, es decir, que implicaba la muerte.
Otros integrantes del “Club de los 27″
Pero estos no fueron los únicos miembros del fatídico “Club de los 27”, aunque sí son ciertamente los más famosos. Malcolm Hale, del sesentero grupo Spanky and Or Gang, murió con 27 años, gaseado accidentalmente. Leslie Harvey , de los escoceses Stone The Crows, murió electrocutado mientras actuaba en escena. Roger Lee Durham , del grupo Bloodstones, murió a consecuencia de la caída de un caballo. Pete de Freitas, baterista de los Echo and The Bunnymen, falleció en 1989 en un accidente en motocicleta. Mia Zapata, de la banda de punk de Seattle, llamada The Gits, fue violada y asesinada en 1993 . Richard James Edwards, guitarrista del grupo galés Manic Street Preachers, se suicidó en 1995 arrojándose al río Wye, desde el Severn Bridge, al norte de Bristol, y su cuerpo todavía no se ha encontrado. La cantante española Evangelina Sobredo Galanes, mejor conocida como “Cecilia”, falleció en un accidente de tráfico en 1976. Rodrigo Bueno, músico de cuarteto argentino, falleció en el año 2000 en un accidente de tráfico. Gary Thain, bajista de la banda neozelandesa Uriah Heep, murió por sobredosis de heroína en 1975. Kami, baterista de la banda japonesa Visual Kei Malice Mizer, murió en 1999 por una hemorragia subaracnoidea. Y Valentín Elizalde, cantante mexicano de banda sinaloense, fue asesinado a tiros en un supuesto ajuste de cuentas en 2006, después de terminar un concierto.
Todas estas muertes, como sabemos, tuvieron un denominador común. Todos los fallecidos tenían 27 años de edad y la mayoría de sus muertes ocurrieron en misteriosas circunstancias. Y hasta hoy persisten la duda y la controversia. ¿Fueron solo muertes accidentales? ¿O fueron asesinatos inducidos por el exceso del alcohol y las drogas, el suicidio, y hasta la intromisión del diablo? Lo único claro, para algunos, es que el tristemente famoso “Club de los 27″ sigue a la espera para reclutar nuevos miembros,