jueves, 21 de septiembre de 2017

ED Y LORRAINE WARREN

El matrimonio conformado por Ed y Lorraine Warren, gracias a los sucesos verídicos que se relataban en la película “El Conjuro” (donde ellos aparecían como personajes protagónicos, se vio por primera vez a la muñeca Annabelle y se relataban los espantosos sucesos paranormales que afectaron a la familia Perron), alcanzó una fama planetaria. Y es que estos dos experimentados investigadores de fenómenos paranormales atendieron durante más de 50 años de trayectoria más de 4 mil casos relacionados con fantasmas, incidentes de poltergeist, casas encantadas y posesiones diabólicas.

Lorraine Warren, de actuales 87 años, relató que su acercamiento al mundo paranormal ocurrió en 1933, cuando tenía 7 años y cursaba su educación en un colegio católico de niñas. “A esa edad comencé a ver el aura de las personas. Como era muy pequeña no sabía que eran esas luces. Recuerdo que una vez le dije a una monja de mi colegio: “Tus luces son más brillantes que las de la madre superiora”, y ella me contestó: “¿De qué luces estás hablando?”. Así que me mandó a penitencia a rezar porque pensó que le estaba mintiendo. En ese momento comprendí que era un don que sólo yo tenía. Este aura que tiene la gente es como un aviso de S.O.S. No es lo que proyectas, sino que es lo que eres en realidad. Algunas veces veía esta aura incluso en algunas mascotas y es algo muy hermoso de describir. Como nadie de mi familia entendió de qué se trataba este don tuve que guardarme este secreto por mucho tiempo, hasta que conocí a mi marido Ed”.
Ed Warren, un hijo de un policía que había nacido en 1926 en Connecticut, confidenció por su parte que durante su infancia, entre los 5 y los 12 años, ocurrieron una serie de hechos inexplicables. A las 2 o 3 de la mañana, cuando toda su familia dormía, las puertas de su armario se abrían inexplicablemente y de él surgían luces flotantes con rostros que lo miraban. “El rostro más habitual era el de una anciana enojada. Como la habitación se llenaba de un frío glacial y también se escuchaban pisadas y susurros, a los pocos minutos estaba durmiendo en la cama de sus padres, parapetado entre las sábanas. Crecí sin entender qué era aquello”.
Cuando Ed Warren tenía 16 años y trabajaba como acomodador en el Teatro colonial en Bridegport, conoció a Lorraine, quien iba todos los días miércoles al cine acompañada por su madre. “Un día empezamos a hablar y nos hicimos amigos. Ella tenía la misma edad que yo y una noche me acerqué a su casa y le pedí una cita. Cuando nos hicimos novios me decidí a contarle que había visto fantasmas y apariciones cuando era niño. Pensé que seguramente se iba a reir y me iba a tomar por un loco, pero ella me contestó que también tenía un secreto. Ella era médium y clarividente, y no sólo había visto fantasmas igual que yo, sino que también podía hablar con ellos. En ese momento me pareció que el destino nos había reunido”.



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